Hace unas semanas quedé con una amiga para ir
al cine en San Vicente. Yo soy de alicante así que cogí el coche para ir. Cuando
llegué donde habíamos quedado ella no estaba, así que la llamé y cuando lo cogió
estaba llorando porque se acababa de enterar de que la madre de una amiga suya
acababa de fallecer. Estuve hablando con ella un rato y le dije que si quería
que fuese donde ella estaba, pero me dijo que no porque seguramente su padre
iba a pasar a recogerla y se iba a ir a su pueblo, de modo que me volví a casa.
Cuando estaba en casa ya con el pijama puesto me llamó diciéndome que su padre
no iba a ir a por ella al final, por eso me vestí, volví a coger el coche y
fuimos a cenar porque quería estar con ella apoyándola. Podría haber hablado
por teléfono con ella e ir a ver cómo estaba al día siguiente pero fui en el
momento porque creí que debía hacerlo. Cuando un buen amigo mío necesita ayuda
no puedo evitar hacer lo posible por ayudarlo. Quizá por eso mi mejor fortaleza
es la capacidad de amar y ser amado porque
valoro mucho a mi familia y amigos, sobre todo si me demuestran que yo también
soy importante para ellos. Puede que en cierta forma esta fortaleza sea un
defecto también porque a veces doy demasiado a gente de la que espero recibir
lo mismo y lo que recibo es una decepción, pero no puedo evitar mi forma de
ser.
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